viernes, 10 de enero de 2014

La leyenda negra: Theodore de Bry



Cuando nos ponemos a pensar sobre el encuentro de los dos mundos en 1492, tal vez no tenemos idea de la dimensión y lo sorprendente que fue para esas dos culturas el tener contacto, ya que cambiaron estructuras económicas, políticas, sociales y culturales por ambas partes.


Una de las fuentes que documentaron tan importante hecho histórico fue Theodore de Bry.


Theodore de Bry (1528-1598) nació en 1528 en una familia protestante acomodada en Lieja, donde se formó como orfebre y grabador. En 1570, se vio obligado a huir de los Países Bajos debido a la persecución religiosa. De Bry fue a Inglaterra en 1586 donde hizo algunos de sus grabados más famosos. La familia de De Bry abrió un negocio de publicación en Frankfurt, donde ilustro en diez volúmenes los libros de viajes de América los cuales se publicaron entre 1590 y 1618. Él también creó retratos grabados de hombres famosos y también muchas ilustraciones de libros y grabados. 


Theodore de Bry fue uno de los que fomentaron la llamada leyenda negra española por mostrar en sus ilustraciones, que realizo después del descubrimiento de América, una crueldad y sadismo por parte de los famosos "conquistadores" españoles, causando así una gran indignación, no solo en la vieja España sino en todo el continente europeo.


Hoy en día se sigue reflexionando sobre este hecho histórico y se nos viene a la mente muchas interpretaciones sobre una América, o una Europa sin conquista, y es que no solo fue un cambio en la vida de las personas de aquel entonces, fue un cambio que hoy en nuestros días es de gran importancia, sobre todo porque gracias a aquel suceso fue que el capitalismo pudo nacer y convertirse en el monstruo que hoy en día rige nuestras vidas y al mundo entero.

A continuación parte de los grabados de Theodore de Bry:

nota: todos los textos que tienen las imágenes son tomados de la biblioteca Cervantes virtual




«Danle el tormento del trato de cuerda, échanle sebo ardiendo en la barriga, pónenle a cada pie una herradura hincada en un palo y el pescuezo atado a otro palo y dos hombres que le tenían las manos, y así le pegaban fuego a los pies y entraba el tirano de rato en rato y le decía que así lo había de matar poco a poco a tormentos si no le daba el oro».


«Hacían unas horcas largas que juntasen casi los pies a la tierra, y de trece en trece, a honor y reverencia de nuestro Redentor y de los doce apóstoles, poniéndoles leña y fuego los quemaban vivos»


«Otros, y todos los que querían tomar a vida, cortábanles ambas manos y dellas llevaban colgando, y decíanles: 'Andad con cartas', conviene a saber: 'Llevá las nuevas a las gentes que estaban huídas por los montes'.
Comúnmente mataban a los señores y nobles desta manera: que hacían unas parrillas de varas sobre horquetas y atábanlos en ellas y poníanles por debajo fuego manso, para que poco a poco, dando alaridos, en aquellos tormentos desesperados se les salían las ánimas»



«[...] hicieron ley los españoles que todos cuantos indios de todo género y edad tomasen a vida echasen dentro en los hoyos, y así las mujeres preñadas y paridas y niños y viejos y cuantos podían tomar, echaban en los hoyos hasta que los henchían traspasados por las estacas, que era una gran lástima de ver, especialmente las mujeres con sus niños»


«Como andaban los tristes españoles con perros bravos buscando y aperreando los indios, mujeres y hombres, una india enferma, viendo que no podía huir de los perros que no la hiciesen pedazos como hacían a los otros, tomó una soga y atóse al pie un niño que tenían de un año y ahorcóse de una viga. Y no lo hizo tan presto que no llegaron los perros y despedazaron el niño, aunque antes que acabase de morir lo batizó un fraile [...] En este reino, o en una provincia de la Nueva España, yendo cierto español con sus perros a caza de venados o de conejos un día, no hallando qué cazar parecióle que tenían hambre los perros, y toma un muchacho chiquito a su madre y con un puñal córtale a tarazones los brazos y las piernas, dando a cada perro su parte»


«Y sólo porque huía de gente tan inicua y cruel y se defendía de quien lo quería matar y oprimir hasta la muerte a sí y a toda su gente y generación, lo hobieron vivo de quemar. Atado al palo decíale un religioso de San Francisco, santo varón que allí estaba, algunas cosas de Dios y de nuestra fe [...], y que si quería creer aquello que le decía, que iría al cielo, donde había gloria y eterno descanso, y si no, que había de ir al infierno a padecer perpetuos tormentos y penas. Él, pensando un poco, preguntó al religioso si iban cristianos al cielo. El religioso le respondió que sí, pero que iban los que eran buenos. Dijo luego el cacique, sin más pensar, que no quería él ir allá, sino al infierno, por no estar donde estuviesen y por no ver tan cruel gente»


  • Les dejo una pequeña reflexión de la famosa escritora y activista Elena Poniatowska:
Llamar descubrimiento a lo que estaba no sólo descubierto sino habitado y contaba con una cultura anterior
a la Era Cristiana es simple y llanamente prepotencia europea. Para el piel roja, el azteca, el purépecha, el
inca, el gigantón de la Patagonia no hubo sino el encuentro con inventos desconocidos como la pólvora y la
rueda, el caballo que convertiría al conquistador en centauro, un sistema diferente de escritura y una ambición de proporciones nunca vistas, un Dios distinto aunque semejante al imaginado (Quetzalcóatl), y una guerra perdida.





1 comentario:

  1. Muy interesante, pero se olvidan de mencionar la excelente vista de ese documentador para contemplar las escenas que luego pone en sus grabados, especialmente si tenemos en cuenta que en toda su vida jamás salió de Europa. Vamos, un testimonio de primera categoría.

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