Toda manifestación artística es poseedora de vida, a lo largo del tiempo se convierte en testigo de una infinidad de hechos que marcan la existencia del artista e incluso de la historia del arte misma. Tal es el caso de la tercera sinfonía también conocida como "Eroica" (Heroica en español) obra de una de las mentes mas brillantes en la historia de la música, el compositor alemán Ludwig van Beethoven.
Un carácter severo, apasionado, altivo e irreverente van acompañados de este genio musical, y es absolutamente imprescindible tener estas características en cuenta para hablar de su opus no. 55. Tenemos que olvidarnos por completo de la idea general o estereotipo de aquel compositor solitario, desaliñado, con papeles regados en el piso y un piano al frente. No, hablamos de un Beethoven lleno de vida, temperamental pero fuerte en aspecto creativo y con ideales latentes anhelando ser expresados. Es importante señalar que en ese momento de su vida Beethoven contaba con poco mas de 30 años de edad y aún no padecía sordera y de hecho se mantenía secretamente enamorado de una cortesana.
Ansioso por una revolución musical Beethoven comienza a romper esquemas, cambiando la forma tradicional del sinfonísmo clásico, el cual podemos notar al escuchar cualquier sinfonía de Haydn o Mozart. Donde la duración aproximada de una sinfonía era de 20 minutos Beethoven escribe su tercera con una duración de 50, casi el triple de lo habitual, razón por la cual ( y entre muchas otras) fue escandalizada y cruelmente tratada por la crítica.
Una entrada magistral con dos acordes fortissimo que por si solos llaman la atención de cualquier oyente, animando a la imaginación recordándonos un batallón emprendiendo su salida marcial.
Para entender profundamente el contexto de esta música nos situamos cronológicamente en los albores del siglo XVIII, tiempo en el que Beethoven se ve fuertemente atraído por los ideales democráticos y republicanos de la Revolución Francesa e identificado con la heroica figura de Napoleón Bonaparte. Sus deseos por alcanzar la cúspide del pensamiento social y político más profusamente humano se ven ahora estrechamente reflejados en la un tanto fantástica imagen de el héroe. Es por eso que la "Eroica" es música con muchísimo vigor y fuerza.
En un breve análisis de teoría musical notamos que la tonalidad de la sinfonía (Mi bemol mayor) es captada por el compositor como su tonalidad base para describir un carácter bélico y de grandeza, lo vemos por ejemplo al escuchar su concierto para piano no. 5 "Emperador" o en la tercera sección de la Obertura Egmont donde pinta la imagen de éste personaje teatral idealizado por Johann Wofgang von Gohete. Un recurso muy socorrido por bastantes compositores para la música descriptiva en donde Beethoven logra dar justo en el blanco.
En mayo de 1804, un año después de concluir su obra, por fuentes de su discípulo Ferdinand Ries, Beethoven recibe la fatal noticia de que su ídolo se ha autoproclamado emperador. Furioso y profundamente decepcionado, Beethoven tacha el nombre y la dedicatoria de la partitura dirigida a Napoleón Bonaparte agregando como subtitulo:
«Sinfonia eroica, composta per festeggiare il sovvenire d'un grand'uomo» («Sinfonía heroica, compuesta para festejar el recuerdo de un gran hombre»).
Se dice que por la misma razón una "Marcha Fúnebre" reemplazó a una "Marcha Triunfal" en el segundo movimiento de esta sinfonía. Esta marcha triunfal posteriormente correspondió al ultimo movimiento de la famosa quinta sinfonía.
Aunque controversial en su tiempo, la "Eroica" ahora es una de las joyas mas preciadas del repertorio sinfónico, fruto de los grandes ideales de un genio cuyos obstáculos y dificultades nos dieron el privilegio de una obra decepcionada en vida pero incesantemente aclamada para la eternidad.
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